LOS FUNDADORES
Los orígenes de La Serenísima se remontan a comienzos del siglo XX cuando don Antonino Mastellone arriba al país, procedente de Italia, enterado de las grandes posibilidades que tenía nuestro país para desarrollarse en lechería.


Comenzó produciendo ricotta y mozzarella en General Rodríguez y el 29 de octubre de 1929 contrae matrimonio con doña Teresa Aiello, a quien había conocido al poco tiempo de arribar al país. Años más tarde se estableció esa fecha como la fecha oficial de la fundación de La Serenísima.

El joven matrimonio se caracterizó desde los primeros tiempos por su dedicación, esfuerzo y máxima disposición de servicio. Estas fueron las bases para el desarrollo posterior de la empresa.

En los comienzos, Antonino vendía los quesos frescos en la Ciudad de Buenos Aires, hasta donde llegaba en tren todos los días. El lugar elegido para la venta era la zona del Puerto y San Telmo, dado que muchos inmigrantes se alojaban en los barrios aledaños y, como ya conocían estos tipos de quesos, se los compraban.

En 1935, tras la compra de un camión usado, comienza la distribución de los productos. Éste le permitiría llegar a nuevos clientes y comercializar una mayor cantidad de productos. Con los años, la flota de distribución se convertiría en uno de los pilares del éxito de Mastellone Hnos.

En 1952 fallece don Antonino. Su hijo Pascual se hizo cargo de la empresa, comenzando así una serie de transformaciones que sentarían las bases para el crecimiento de la compañía y el desarrollo de la lechería nacional.

Pascual Mastellone



Sin dudas, don Pascual Mastellone será recordado como uno de los empresarios con mayor trayectoria y más valioso aporte a la lechería argentina. Por su apasionado conocimiento del negocio y su espíritu netamente emprendedor, siempre estuvo a la vanguardia en cuestiones vinculadas con la innovación, introduciendo conceptos y productos totalmente revolucionarios para la época. En este sentido, se pueden mencionar ejemplos como: la leche en sachet, los alimentos funcionales, la leche cultivada, la ultrapasteurización, e informar acerca del contenido bacteriológico de la materia prima, entre otros.

Su aporte al desarrollo de la cadena láctea nacional comenzó desde muy temprano, cuando la industria era aún muy precaria y poco desarrollada. Ya desde la década del ’50, Pascual Mastellone comenzó a forjar una etapa de grandes cambios en el cuidado y tratamiento de la leche. Entre ellos se destaca el inicio del análisis para comprobar su tenor graso y acidez. Gracias a este tipo de controles, los tamberos comienzan a entregar materia prima de mayor calidad. Asimismo, su preocupación por la calidad y su espíritu innovador lo llevaron a ser uno de los principales impulsores de la pasteurización en la Argentina.

La calidad de la leche fue su obsesión y su sello distintivo. Su inconmensurable empeño por ofrecer siempre los mejores productos le ha valido un importante reconocimiento y un estrecho vínculo con los consumidores. Así, diariamente desde hace más de 85 años, Mastellone Hnos. está presente en millones de hogares argentinos, siendo la principal empresa láctea del país.